Conseguir una buena estructura de financiación externa es una de las prioridades de pymes y autónomos para abordar proyectos de inversión o para hacer frente a las tensiones puntuales de tesorería que puedan sufrir.
Para muchas empresas resulta complicado negociar con los bancos, ya que la mayoría de ellas no cuenta con un departamento financiero interno. Además, el proceso de concentración bancaria que hemos sufrido durante los últimos años ha provocado un cambio notable en los procesos de negociación bancaria. De este modo, se han perdido factores que tradicionalmente se valoraban positivamente, como la confianza depositada en la entidad con la que se lleva trabajando toda la vida o el historial del cliente, dando lugar a otro tipo de criterios más estrictos y rígidos basados en la evaluación de la solvencia económica de la operación para la entidad.
Ser conscientes de cuáles son los parámetros en los que actualmente se basan las entidades financieras para la realización de los estudios de financiación, potenciar aquellos valorados más positivamente, y disminuir o disimular los que puedan afectar de una forma más negativamente a nuestra operación de financiación, será de vital importancia en el proceso de negociación bancaria para que este se resuelva con éxito.
A) Planificación del proceso de negociación: para que el proceso de negociación bancaria que vayamos a emprender se resuelva de una forma positiva, se debe proceder a una planificación previa que recoja los objetivos que se desean alcanzar y la forma más económica y factible para alcanzarlos por parte del solicitante. Nunca debemos esperar a estar ahogados para solicitar la financiación. Si esperamos al último día perdemos capacidad negociadora. El tiempo corre en contra y nos obliga a aceptar condiciones menos convenientes para la empresa. Por este motivo, para que el negociar con los bancos, es necesario llevar a cabo una planificación del proceso de negociación, el cual, podemos dividir en tres pasos:
En lo referente al equilibrio económico – financiero, las entidades prestarán especial atención a la imagen proyectada mediante las cuentas contables, el Balance y la Cuenta de Pérdidas y Ganancias. Debemos ser conscientes de cuál es la imagen que deben proyectar las cuentas contables de nuestra empresa antes de la solicitud de financiación. Algunas de las normas básicas que tienen la mayoría de las centrales de riesgos de las entidades financieras son:
– Sobre Cash-flow: este ha de ser lo suficientemente elevado para atender a las deudas a largo plazo de la empresa en un plazo medio de 3 años.
– Fondo de Maniobra: debe ser positivo, si es negativo deberán avalarse financiaciones puras como pólizas de crédito, financiación de importaciones y financiaciones a largo plazo.
– Ratio de Solvencia: debe ser suficiente (RRPP/ Total balance); depende bastante del sector donde se ejerza la actividad.
– Sobre el Balance y la Cuenta de Pérdidas y Ganancias: las entidades de crédito valoran muy relevantemente la evolución del Balance y PyG de la empresa, comparada con la última renovación de riesgos. Para las entidades, el importe autorizado en la última renovación de riesgos es el límite o volumen de referencia. Solo si la empresa ha mejorado sus cuentas contables respecto a la última concesión podrá incrementar esta cifra.
Por este motivo, debe de tratarse de que la facturación, márgenes y ratios de balance sean estables.
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La reestructuración de la deuda consiste en establecer nuevas condiciones en el pago y/o el tipo de interés de la deuda vigente de un agente económico (normalmente un país o una empresa). Para ello, este proceso requiere de una renegociación entre el acreedor y el deudor, normalmente actúa un banco como intermediario.
Es un término muy utilizado en el sector de las finanzas para definir el proceso que se realiza cuando un deudor (normalmente un país o una empresa) no está en condiciones de pagar los compromisos que ha contraído con anterioridad con los acreedores.
Es especialmente frecuente cuando el deudor es un país o una gran corporación, de esta forma se realiza una renegociación de los términos de la deuda vigente, alargando el periodo de pago (estableciendo unas condiciones más cómodas de pago) para intentar reducir el tipo de interés.
Como comentábamos, la reestructuración incluye generalmente la modificación de los plazos de vencimiento, haciendo que se elimine así la acumulación de deudas a corto plazo y se conviertan éstas en deudas consolidadas a largo plazo; el reescalonamiento de la deuda, es decir, el cambio en las cantidades anuales a pagar para que éstos resulten más uniformes o graduales; y la modificación en los intereses.
En ocasiones también se procede a refinanciar la deuda previamente contraída -a través de la emisión de nuevos préstamos- en condiciones más favorables para poder pagar los anteriores créditos. En este caso, y cuando el deudor se encuentra en una situación financiera especialmente crítica, pueden establecerse los llamados «períodos de gracia» en los que el deudor tiene tiempo de recuperarse antes de iniciar los pagos correspondientes al nuevo préstamo contratado. De hecho, los períodos de gracia se traducen en que, durante el tiempo acordado, no se realizarán pagos de capital sino exclusivamente de intereses.
Por lo tanto, los términos susceptibles de reestructurar son:
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